Beato Ladislas Radigue (1823-1871). Hijo de unos campesinos ricos en la aldea de Boisaumont (Francia). Alegre por naturaleza, sencillo, culto. Durante veinte años fue maestro de novicios. “Era la regla viva de la Comunidad, un modelo de regularidad”, según el testimonio de sus antiguos novicios. En tiempos de la Commune se revela como un auténtico líder para la comunidad. En el momento de su muerte era consejero general y prior de la Casa Madre.
Beato Polycarpe Tuffier (1807-1871). Natural de Malzieu (Francia), en las altas mesetas de Margeride. Tenía el encanto de una naturaleza expansiva, con una sólida educación teológica y humanística. Le encanta la alegría y sabe cómo difundirla a su alrededor. “Pasó haciendo el bien” es lo que dicen quienes le conocieron. También consejero general. Decía: “¿Quién sabe lo que el buen Dios tiene reservado para nosotros?”.
Beato Marcellin Rouchouze (1810-1871). Nacido en Saint-Julien (Francia). Hermano del Superior General, Euthyme Rochouze. Era un maestro nato y sobresalió poniéndose a disposición de los estudiantes. De frágil salud y gran humildad, realizó los servicios más señalados con discreción. Fue consejero general y secretario general.
Beato Frézal Tardieu (1814-1871). Natural de Chasseradès (Francia), modesto y activo, tenía el don de olvidarse de sí mismo y de desaparecer de las obras que había fundado o animado. Este religioso silencioso y humilde demostraría ser un hombre activo y audaz. Preparó al hermano Damián De Veuster para la profesión perpetua que, según el propio testimonio del apóstol de los enfermos de lepra, lo marcó tan profundamente. Fue consejero general.
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