Pierre Coudrin nace el 1 de marzo de 1768 en Coussay-le-Bois, un pequeño pueblo de Francia, cercano a la ciudad de Poitiers. Sus padres son labradores. De ellos recibe una educación de inspiración cristiana.
La completa en el trato con un tío sacerdote, que trabaja pastoralmente en un pueblo próximo. Le preparó para la primera comunión y con él pasaba tiempos de vacaciones en sus primeros años de estudios.
De 1781 al verano de 1785 hace lo que podríamos llamar los estudios secundarios en Chatelleraut. Con 17 años ingresa en la Universidad de Poitiers, una ciudad entonces de unos 30.000 habitantes.
En 1787, completada la Filosofía, comienza los estudios de Teología. Dado que sus padres atraviesan una situación económica muy precaria busca un trabajo, sin dejar los estudios. En 1788 actúa como preceptor de los hijos del abogado F. Chocquin. Conquista su confianza e incluso, en ausencia del matrimonio, cuida, además, de los hijos, la casa y la administración de las tierras.
En 1789, año del comienzo de la Revolución francesa, entra en el Seminario para prepararse a las órdenes. No deja de llamar la atención el momento en que el Buen Padre entra en el seminario: justamente cuando se avecinan los peores tiempos para la Iglesia, cuando comienza la Revolución, que enseguida tendría amplia derivación religiosa.
En 1790 se ordena subdiácono y predica por primera vez en su pueblo, Coussay-le-Bois. En diciembre, se ordenará de diácono. Es el año en que la Asamblea Constituyente vota y aprueba la Constitución civil del clero; hay que jurarla, o exponerse al destierro. Ha permanecido sólo dos años en el seminario, ya que los que lo dirigen, los lazaristas, lo abandonan en agosto de 1791 al rehusar el juramento constitucional (Constitución civil del clero).
En el verano de 1791, se pone en contacto con los Vicarios dejados por el Obispo legítimo de Poitiers. Desde el conocimiento que tienen de él, le dan un documento autorizándole a hacerse ordenar sacerdote por cualquier obispo en comunión con el Papa. Coudrin, con plena conciencia de la situación que está viviendo la Iglesia en Francia y concretamente en Poitiers, decide su ordenación sacerdotal.
Viaja a París, donde tiene noticia de que hay un obispo oculto en el Seminario de los irlandeses. Recibe el orden sacerdotal, de manera secreta, el 4 de marzo de 1792.
Inmediatamente vuelve a Coussay. El 8 de abril, día de Pascua, el párroco le invita a celebrar la en su pueblo natal. Al final, por encargo del alcalde, debe anunciar que próximamente tomará posesión, el nuevo párroco constitucional. El Buen Padre lo anuncia, pero con un comentario desafiante para la autoridad civil. Consecuencia: él y el párroco legítimo tienen que huir del pueblo ese mismo día para ponerse a salvo.
Así entramos en un período en que el curso de los acontecimientos impone al Buen Padre el entrar en la clandestinidad, manteniendo durante varios años una actividad apostólica intensa. Es donde va a apreciarse la audacia, el riesgo y la confianza plena en la Providencia como rasgos notables de la personalidad del Buen Padre.
Esta situación de retiro obligado le lleva a la granja del castillo de la Motte d´Usseau, un pueblo cercano, en el que el granjero es un primo suyo, y los propietarios del castillo, unos conocidos.
El Buen Padre inicia así, en el granero de la granja, un retiro que va a durar cinco meses. Cinco meses de honda experiencia de Dios en la oración, de larga reflexión al hilo de la lectura de la historia de la Iglesia y las noticias parciales que a través de su primo le van llegando de cómo discurren los acontecimientos revolucionarios. Estamos en 1792.
En este contexto tiene lugar la llamada "visión", donde por primera vez toma conciencia de que el futuro le depara el papel de poner en marcha una nueva comunidad de misioneros, hombres y mujeres. Tiene sólo 24 años entonces.
El 20 de octubre decide salir. Leía la vida de san Caprasio, obispo mártir del tiempo de las persecuciones del imperio romano, quien salió de su escondite al ver cómo confesaba su fe una joven cristiana. El P. Coudrin, al pie de una encina entrega a Dios su vida y se dispone a abordar cualquier peligro, hasta la muerte, para ponerse al servicio de la obra de Dios.
Se dirige a Poitiers, se pone en contacto con sacerdotes no juramentados y con las autoridades diocesanas legitimas. Vive en medio del peligro constante de ser detenido; se juega la vida ejerciendo su ministerio. No se acobarda, no se detiene en su actividad. Pocos hubo con la audacia de él. Dirige espiritualmente a poco menos de mil personas en la ciudad, y confiesa a casi todos los sacerdotes.
En la primavera de 1793 es cuando hay que situar el conocido episodio del Hospital de los Incurables. Allí es sorprendido en una inspección que hacen los revolucionarios, y escapa sustituyendo a un vagabundo sin nombre, apodado "Marche-à-terre" (andatierra), cuyo cadáver ha sido retirado un poco antes.
Y en medio de toda esta actividad, intensa y arriesgada, no se olvida de su destino de fundador. En abril de 1794, al refugiarse en casa de una de las dirigidas, toma contacto con el lugar donde se reúne un grupo, la llamada entonces Asociación del Sagrado Corazón. Poco después, él mismo con otros sacerdotes creará la Sociedad del Sagrado Corazón de sacerdotes.
En 1795 pide ser admitida en la Asociación del Sagrado Corazón una joven de 27 años, Enriqueta Aymer. Había brillado años anteriores en los ambientes frívolos de la ciudad. Con la Revolución, ella y su madre son encarceladas por ocultar en su casa a sacerdotes refractarios. Once meses de cárcel, de la que saldrá viendo la vida con una luz diferente. Allí tuvo lugar lo que llamará "su conversión". Busca un guía y lo va a encontrar en el Buen Padre, a quien tomó como confesor.
Aceptada, no sin dificultades al principio, en la Asociación, va a darse pronto una polarización en torno a su persona de parte de algunas del grupo, debido a su personalidad y a su rico mundo interior. Las llamadas “solitarias”, se encaminan hacia una vida religiosa y comienzan a vestir un hábito bajo sus ropas civiles. Paralelamente, el P. Coudrin se preocupaba de formar la rama masculina.
El 20 de octubre de 1800 hace los primeros votos la Buena Madre con cuatro compañeras más. En Nochebuena del 1800 hace los primeros votos el Buen Padre junto con los perpetuos de la Buena Madre. Es la fecha que suele considerarse como de nacimiento de la Congregación. El Buen Padre será el Superior de la nueva Comunidad. Tomará el nombre de José María.
La Congregación va a seguir en la más rigurosa clandestinidad durante el período de la dominación napoleónica. Hasta 1817 no se recibirá la aprobación de Roma. Ello no impedirá sin embargo su desarrollo y crecimiento en miembros y en expansión geográfica. La confianza de los Obispos (Mende, Cahors, Sées...) va a facilitar diversas fundaciones de hermanos y hermanas. El Buen Padre ejerce de Vicario General en varias diócesis sucesivamente. Los hermanos son encargados de la dirección y enseñanza en seminarios, se ponen en marcha escuelas que serán las que surten de vocaciones.
Las propias dificultades que experimentan las relaciones de la Congregación con las autoridades de la Iglesia (por ejemplo, en París) van a llevar a desarrollar otros ministerios como las misiones populares, y -cuando la labor educativa se hace más difícil por las trabas legislativas- a aceptar el trabajar en las misiones más lejanas. Al mismo tiempo, y tras la aprobación de la Congregación por Roma, el Buen Padre atiende a las tareas de completar la institucionalización de la nueva comunidad: Los capítulos generales de 1819 y 1824 para completar las Constituciones. Así, en lo que resta de la vida del Buen Padre, tiene lugar el máximo crecimiento numérico y la mayor expansión geográfica. Especialmente notable es el número y calidad de aquellos que son destinados a las misiones extranjeras, sobre todo de algunos archipiélagos de Oceanía (Hawai, Gambier...).
El Buen Padre y la Buena Madre van caminando hacia el final de sus días, tras haber desarrollado una intensa actividad. La Buena Madre muere el 23 de noviembre de 1834. El lunes de pascua de 1837, el 27 de marzo, muere en París. Sus últimas palabras tienen resonancia misionera: "Valparaíso... Gambier...".
El Buen Padre en fechas
El 1 de marzo de 1768 nace en Coussay-les-Bois, un pequeño pueblo cercano a la ciudad de Poitiers.
En 1790 se ordena subdiácono y diácono. Es el año en que la Asamblea Constituyente aprueba la Constitución civil del clero; hay que jurarla o exponerse al destierro.
El 4 de marzo de 1792 se ordena sacerdote, de forma secreta, en la biblioteca del Seminario Irlandés de París.
En 1792, entre mayo y octubre, vive cinco largos meses escondido en el granero del castillo de la Motte d' Usseau, donde vive la experiencia espiritual cumbre que lo lleva a fundar la Congregación.
"Un día, vuelto a mi granero, después de haber dicho la misa, me arrodillé Junto al corporal en que yo creía tener siempre el Santísimo Sacramento. Vi entonces lo que somos ahora. Me pareció que estábamos varios reunidos; formábamos un grupo grande de misioneros que debía llevar el Evangelio a todas partes. Mientras pensaba, pues, en esta sociedad de misioneros, me vino también la idea de una sociedad de mujeres (...) Yo me decía (...), habrá una sociedad de mujeres piadosas que cuidarán de nuestros asuntos mientras nosotros estemos en misión (...)".
El 20 de octubre de 1792 sale del granero y se convierte en apóstol clandestino en medio del régimen del Terror. Desarrolla un activo apostolado en Poitiers y sus alrededores.
“Cuando salí – refiere siempre él mismo – me prosterné al pie de una encina que había no lejos de la casa, y entregué mi vida. Porque me había hecho sacerdote con la intención de sufrirlo todo, de sacrificarme por Dios y morir si fuera necesario por su servicio. Sin embargo, tenía un cierto presentimiento de que me salvaría” .
En noviembre de 1794 conoce a Enriqueta Aymer.
El 24 de diciembre de 1800, profesa sus votos religiosos. Nace la Congregación.
El 27 de marzo de 1837, a la edad de 69 años, muere en la casa de Picpus, en París. Sus últimas palabras tienen resonancia misionera: “ Valparaíso... Gambier... ”.
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