
Como ya es tradición, este mes de marzo hemos tenido la visita de los peregrinos, o más bien peregrinas porque la mayoría son mujeres, a San José.
La tradición se remonta a 1860 cuando el padre Estanislao Vincke sscc, en cumplimiento de una promesa, funda la fraternidad de la Veneración perpetua a San José. El P. Vincke había prometido que si conseguía los fondos para comprar la capilla de san Antonio Abad, que estaba al lado del convento en la calle de la Montaña de San Antonio, que había tenido diferentes usos y en ese entonces se encontraba en ruinas, haría de ella un santuario en honor al padre de la Sagrada Familia. La capilla fue comprada, restaurada y vuelta a consagrar años más tarde.
Es posible que el joven José De Veuster haya pertenecido a la fraternidad de San José, durante su paso por el convento de Lovaina.
Al principio las peregrinaciones venían de manera espontánea. Solo fue hasta 1901 en que se organizó la primera gran peregrinación gracias al trabajo de animadoras y animadores a lo largo y ancho de Bélgica, de la cual san José es patrono principal. Para ese entonces la fraternidad fundada por el P. Vincke ya contaba con más de trescientos mil miembros. La gente venía principalmente por tren y desde la estación se organizaba una procesión que atravesaba la ciudad hasta llegar al santuario. Ernest Claes, un escrito flamenco, llegó a decir que era tantos los peregrinos que la capilla vieja parecía un globo a punto de explotar. Por esta razón, al final de los años 50, la capilla se amplió.
En el periodo de la entre guerra se inauguró además el jardín de san José al costado derecho de la capilla, por la calle del de la Montaña del Carnero (Ramberg). Allí los peregrinos, visitando siete estaciones meditaban sobre los siete dolores y los siete gozos del Esposo de María, terminando en una capilla central dedicada a la santa muerte de san José, asistido por María y Jesús.
Hoy en día el número de peregrinos va en descenso. El paso del tiempo va dejando su huella en ellos. De otro lado, venir a Lovaina ha dejado de ser desde hace mucho tiempo el viaje del año. Sin embargo el fervor y la devoción se mantienen. Los peregrinos se detienen en Damiaancentrum para una pausa sanitaria y beber una taza de café. Luego van a la capilla para la misa, por lo general a las 10 o a las 11:30. Después del almuerzo, vuelven a la capilla para un momento de adoración antes de ponerse en camino a casa, con la esperanza de poder regresar el año que viene a visitar san José.
Poco a poco también se ha incluido en el programa y las oraciones de la peregrinación al Padre Damián, José De Veuster, quien siguiendo los pasos de José de Nazaret supo ser un buen protector de los hijos de Dios confinados en Molokai.
25/03/2015