El Buen Padre “Amigos míos, les pido que no se olviden de nuestras obligaciones. Cada día las coloco sobre la patena en el altar”.
La Buena Madre“Una vez que todo es para la mayor gloria de Dios, ¿qué importa el resto?”.
El Buen Padre “Con frecuencia me digo en la oración que, si bien la misericordia de Dios me ha escogido para darles un estado de vida que lleva sufrimiento, tengo una gran confianza de que ustedes, queridas hijas, irán al cielo”.
La Buena Madre“Debo aceptar todas las cruces, todos los sufrimientos, todas las contradicciones que se presentan, y decir: “Todavía más, oh Señor”; de modo que, en los detalles más pequeños de la vida, no rechazo aquellas cosas que, siendo incluso indiferentes en sí mismas, por razón de que se oponen a mis inclinaciones naturales”.
El Buen Padre “Les aseguro que, aunque les amo entrañablemente, prefiero verles muertos que saber que ofenden a Dios voluntariamente”.
La Buena Madre“¡Tengamos ánimo! El Buen Dios lo ve todo. Estemos tranquilas y recemos”.
El Buen Padre “Seamos fervorosos; hagamos una buena meditación cada día y, les aseguro, que todo irá bien”.